La vida no tiene que ser perfecta para ser hermosa . Y es tan cierto. Esta semana ha sido Troya en casa…
Finalmente mi hijo empezó a estudiar en la modalidad presencial en la universidad luego de 2 años de estar estudiando remoto.
Los horarios de sus clases versus el horario de trabajo de mi hija han obligado a que tengamos que llevar a papi con nosotros todos los días en el carro en algún momento del día para que no se quede solo (no puede quedarse solo).
Esto ha tenido la consecuencia de que al interrumpirse su rutina, no ha dormido bien por las noches… Después que ya habíamos logrado alcanzar la “fórmula mágica” para que durmiera (y nosotros también)
También esta semana “explotó” la incontinencia urinaria competa (todavía el controlaba bien, con un mínimo de escapes durante la noche) por eso la foto
Mi esposo se pone de mal humor, (el tiene el sueño liviano y ya a las 5am tiene que estar en el trabajo) yo me pongo de mal humor porque me siento mal de que mi esposo no descanse bien por culpa de MI papá y porque sin haber despertado completamente y sin un café en el sistema tengo que lidiar con papi (Hello? Soy humana, imperfecta )
Pero la vida es bella aunque no sea perfecta.
Existe un arte japonés llamado “Kintsugi” que su significado literal es “reparación de oro o reparación dorada”. Es una técnica que se usa cuando un objeto de cerámica se rompe y se repara añadiendo a las fracturas oro, plata o platino.
El kintsugi como filosofía, ve las roturas y reparaciones como parte de la historia de un objeto, algo que le brinda un carácter único y que debe mostrarse en vez de ocultarse, le da una belleza inigualable a algo que de primera impresión estaba “imperfecto”.
En la vida, es inevitable que nos ocurran situaciones que nos “rompan”… un diagnóstico, la pérdida de un empleo o negocio, una relación, un cambio de roles como convertirnos en cuidadores de un paciente con demencia, etc.
Estos son los puntos de inflexión… aquellos momentos de tu vida que llegan sin aviso, que en si no duran “nada”, pero te cambian la vida para siempre, luego de ese evento tu vida no volverá a ser la misma.
Naturalmente nos resistimos al cambio, pero es ahí cuando debemos visualizarnos como esa vasija quebrada que necesita darle brillo a sus fracturas…
¿Qué puedo aprender de esta situación?, ¿Cómo saco algo positivo de esta situación (aparentemente) negativa?, ¿Cómo esto me puede ayudar en otras áreas de mi vida (o la vida de otros a mi alrededor)?, ¿Qué debo agradecer?, ¿Cuál puerta debo cerrar?, ¿Cuál ventana de oportunidad se abre?
Llenemos de valor esas áreas de nuestra vida que parece que se rompieron. Esa herida ahora forma parte de tu vida. Yo veo la vida como una novela, una historia y en toda buena historia (de esas que te “enganchan” 🎣) hay momentos bajos.
Es en los momentos bajos que descubrimos nuestros talentos escondidos, es en los momentos bajos que se despierta nuestra creatividad, es en los momentos bajos que descubrimos nuestras fortalezas, nuestra resiliencia, nuestra grandeza, de lo que estamos hechos. Es en esos momentos bajos que establecemos prioridades y descubrimos las cosas y personas que son importantes en nuestra vida.
Cada momento bajo debe darte la esperanza de que algo bueno viene “envuelto”. A pesar de la imperfección de estas semanas, estoy agradecida…
Porque he tenido el honor de cuidar de mi padre como el cuidó de mí.
Porque mi esposo es amoroso y comprensivo.
Porque mis hijos me ayudan con papi.
Porque hemos podido ajustarnos, no nos han faltado los recursos y porque algun día cuando papi ya no esté podremos tener la satisfacción de que estuvimos ahí para él cuando más lo necesitó.